Rescatemos el valor de la historia
Valió la pena el esfuerzo de Benito Juárez?
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El pasado en ocasiones se queda
solo en recuerdos, sin embargo, el pasado debe ser de aprendizaje para que lo
vivido pueda ser parte del presente en mejores condiciones.
Hegel (si no me equivoco) dijo:
"La historia nos enseña que el
hombre no aprende nada de la historia". Benito Juárez realizó lo que
para todos y hasta este tiempo, han sido las reformas más profundas del sistema
legislativo mexicano y desde donde se generó al mismo tiempo, una cascada de
críticas de los sectores que en ese momento se sentían los más afectados por
estos cambios, dentro de ellos, la Iglesia Católica quien mantenía un control
sobre el mismo Estado para lograr sus objetivos además de no perder lo que
desde la conquista, había acumulado de poder y riqueza.
Para entonces la Iglesia
Evangélica había comenzado a figurar dentro de la sociedad mexicana, quizá con
una fuerza mayor que la Iglesia oficial en México, porque además de avanzar en
sus planes y programas, tenía que luchar contra las decisiones de muchos
gobernantes que respondían a otros intereses que distaban mucho del laicismo en
las políticas públicas.
En el siglo XIX, los evangélicos
eran íntimamente identificados con los gobiernos liberales de Juárez, Lerdo y
Porfirio Díaz aunque en los últimos años del porfiriato, fueron los evangélicos
quienes jugaron un papel importante luchando a favor de un cambio lo mismo que
sucedió en la revolución (1910-1917) y en los gobiernos post-revolucionarios.
De los más conocidos, cabe señalar al congregacionalista Pascual Orozco,
general destacado del noreste; el presbiteriano Ignacio Gutiérrez, general
maderista de Tabasco, y los metodistas Otilio Montaño y José Trinidad Ruiz
quienes ayudaron en la redacción del famoso Plan de Ayala.
En la actualidad, cuando pareciera
que nuestra historia como País hubiera enseñado y preparado (independientemente
de su preferencia religiosa), a hombres y mujeres en todas las áreas para que no volviéramos a
pasar por las mismas dificultades que golpean tanto a nuestro país y a los
sectores más vulnerables, pareciera que el aprendizaje no ha sido el suficiente
o quizá no ha sido bien orientado o de plano, la historia para muchos nos ha
valido un cacahuate (sin ofender a los cacahuates); la hemos menospreciado, no
le hemos dado la importancia que merece y mucho menos hemos querido reconocer
el esfuerzo y el sacrificio de muchos de nuestros paisanos que soñaron un país
mejor, un mundo mejor; no hemos querido aplicar lo que la misma Biblia nos
enseña en “examinadlo todo, retened lo bueno” (1 Tes. 5:21).
Al principio del siglo veinte,
los evangélicos, agrupados en 18 denominaciones en todo el país, habían llegado
a ser una minoría influyente positivamente tanto de manera religiosa como
social en las esferas médicas, educativas y también políticas; habían fundado más
de 600 escuelas, fundaron varios hospitales y clínicas además de participar en
puestos muy importantes dentro del Gobierno Federal como el profesor
presbiteriano Moisés Sáenz quien fue Director de la Escuela Nacional Preparatoria
y después Subsecretario de la Secretaría de Educación Pública en 1926, todos
ellos manifestando sin temor alguno su preferencia religiosa y sobre todo, influyendo
moral y espiritualmente en los círculos en donde se desarrollaban.
Que tiene que ver esto con Benito
Juárez? Con las Leyes de Reforma?
Las Leyes de Reforma dieron el
inicio de una serie de movimientos que permitieron que la Iglesia evangélica se
desarrollara, se establecieron normas, muchos líderes de aquellos tiempos supieron
entender lo que eso representaba y lo que prometía para mejorar las condiciones
de vida de los mexicanos; tenían aspiraciones colectivas, tenían sueños, sabían
que logrando condiciones mejores para los mexicanos, ellos disfrutarían también
de lo mismo.
Pero en el camino se ha ido
perdiendo el interés colectivo, los que tienen la oportunidad de ostentar un
puesto de elección popular o algún trabajo que puede ser determinante para generar
políticas públicas o fortalecer el trabajo en busca de mejores condiciones para
los ciudadanos, de rescatar el valor de nuestro país, lo único que se interesan
es en no perder el puesto, en buscar mantenerse ahí, en obtener beneficio
económico, de estar de un partido a otro, de mantener “su imagen” aunque esa imagen
esté totalmente devaluada.
Necesitamos nuevos políticos,
políticos que mantengan el interés colectivo, que se rescate el interés en el
bienestar de los demás, que se propongan lograr una verdadera convivencia sana,
que se conduzcan conforme a principios éticos y morales y sobre todo, que sepan
que es tiempo de cambiar las palabras de Hegel, aquellas que deben decir que si
aprendemos, que si valoramos, que si creemos, que son podemos, que si es
posible que las cosas mejoren.
Tenemos 83 familias desplazadas
solo por intolerancia religiosa, hay otras más por problemas políticos; cuando
se aplicarán las leyes? Cuando se aplicará la justicia? Cuando se aplicarán en
su trabajo los funcionarios que protestaron hacer lo mejor? Cuando los
diputados y demás políticos harán lo que les corresponde en lugar de estar haciendo campaña y
gastando recursos que pueden utilizarse en solucionar tantos problemas que hay
en nuestro Estado?
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