La Iglesia Evangélica ante las Leyes de Reforma

Leyendo algunos documentos referentes a la Historia de la Iglesia Evangélica en México, específicamente en el libro HISTORIA DE LA IGLESIA 3. EVANGÉLICOS EN MÉXICO. DEL MOVIMIENTO LIBERAL A LA REVOLUCIÓN Y CONTEMPORÁNEO, pude encontrar dos frases del entonces Presidente Benito Juárez García referente a las Leyes de Reforma. El texto señala:

Al amparo de la promulgación de la Ley de Libertad de Cultos (1860) en las Leyes de Reforma, la puerta se abrió. El cristianismo evangélico podía entrar legalmente a México, y no sólo sería tolerado, sería bienvenido, promovido y auspiciado. Juárez estaba convencido del beneficio de este cristianismo, y dijo: "La futura felicidad y prosperidad de mi nación depende del desarrollo del protestantismo". Posteriormente afirmó: “Desearía que el protestantismo se mexicanizara conquistando a los indios; éstos necesitan una religión que los ayude a leer, y no los obligue a gastar sus ahorros en cirios para los santos.” Así se abrió el espacio social mexicano a grupos cristianos extranjeros, y se impuso la separación definitiva de la Iglesia y el Estado con la consiguiente secularización de la sociedad mexicana en el nivel jurídico-político. 

Quiero reconocer mi desconocimiento sobre estas dos frases que, para el autor y entonces para mi también, dan muestra de la forma en que Juárez veía a la Iglesia Evangélica, la veía como un aliado en lograr sus propósitos de establecer un nuevo orden jurídico considerando que la actuación de la Iglesia Católica en contubernio con los gobiernos que le antecedieron, dejaban mucho que desear debido a la provocación e impulso a la diferencia de clases arrastrando una serie de problemas y prácticas ilegales en el trato de los "poderosos" hacia los ciudadanos comunes, tan comunes que a pesar de ser mayoría, no podían reclamar sus derechos porque podían ser desconocidos por el clero católico "quitándoles" la oportunidad de entrar al cielo.

La Iglesia Evangélica no debe dejar de ser el aliado del Gobierno en lograr propósitos de bienestar y desarrollo social, debe ser más propositiva, mas innovadora, mas esforzada en buscar trascender y no estancarse en comodidad y crecimiento numérico a corto plazo y perder de vista el crecimiento de calidad, el que genera frutos.
Priorizar, analizar, recordar la gran comisión, predicar el Evangelio, las "buenas nuevas" dentro de las cuales Dios como añadidura, traerá todas las demás cosas.

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