Mujeres Corazones de Fuego

Héroes de la Fe



Por el día internacional de la Mujer, el pasado 8 de Marzo, quise escribir un mensaje dedicado a aquellas mujeres que todos los días se levantan con la esperanza de una mejor vida, un mejor trato, un mejor día; esperando la noticia que por fin la Ley que en muchas ocasiones se sujeta a los intereses de los funcionarios, les haga justicia. Deseaba que lo que yo escribiera en este muro o en cualquiera de las redes sociales, les llegara como una palabra de ánimo y un bálsamo en medio de su aflicción y la sonrisa que se dibuja en sus rostros a pesar de las dificultades, tuviera más sentido para nosotros, porque para ellas es el tesoro más preciado que pueden regalar a los demás en medio de su sufrimiento y que a pesar de su sinceridad, pocos valoramos.
Sin embargo la memoria me reclama diciéndome que esas mujeres valientes con corazones de fuego, muy pocas podrán leer el mensaje porque su vida se ha reducido a un albergue, a un espacio en el que fueron "acomodadas" las familias en espera de que las autoridades responsables les hagan justicia y, en el peor de los casos, ni siquiera sean "reconocidas" como lo que son, víctimas de los intereses de líderes corruptos que a costa de lo que sea inclusive de la violación de cualquier derecho, quieren mantener su liderazgo y obtener beneficios mayormente económicos escondiéndose en los "usos y costumbres", provocando reacciones agresivas de intolerancia en contra de las minorías como en lo que nos ocupa, los grupos Cristianos Evangélicos. Las mujeres a las que me refiero, no tienen internet para leer esto, no tienen tiempo para revisar lo que se publica en redes sociales, muchos ni siquiera saben leer las letras de los libros o de los letreros o de las leyes en donde se "defiende" sus derechos; pero lo que si saben leer es el corazón de Dios, quien les da un motivo de vida, una esperanza, nuevas fuerzas cada día y sobre todo saben que los acompaña en donde quiera que vayan y que todos los días en su oración piden a Dios por sus agresores y las autoridades  que deben hacer justicia para que sean transformados sus corazones para bien; es entonces cuando entiendo, valoro y lucho porque ese tesoro tan preciado que muchos con todo el dinero del mundo, no tienen: una sonrisa sincera.
Al final escribí esto pero no para ellas, sino en respeto a ellas y esperando que haya muchos hombres y mujeres que diciéndose libres, podamos liberarnos de la esclavitud abriendo nuestras manos y nuestros corazones a esas mujeres, las verdaderas Mujeres Valientes, Mujeres de Corazón de fuego. Escribo para aquellos y aquellas que viven cómodamente una vida cristiana en cuatro paredes y que tiene temor de salir a la calle porque van a encontrar la realidad de vivir la fe y defenderla a costa de lo que sea. Escribo a aquellos que la abundancia no nos permite entender la necesidad de esas mujeres que entienden los milagros de Dios todos los días porque con pocos pesos comen con alegría, esa alegría que en ocasiones no es invitada a los banquetes con los mejores platillos en donde se discuten en mesas muy concurridas, los “derechos humanos”.
Escribo a todos aquellos y aquellas que no quieren vivir una vida vacía en la que los saludos y los buenos deseos, son simples cumplidos, sin corazón, sin sentimientos, sin amor; para aquellos que quieran compartir el reto de intentar mejorar sus condiciones y llenarlas de amor con acciones; los que prefieren una sonrisa sincera y compartir la alegría de la esperanza en la que Jesucristo es el centro y el motivo de vida a través de ellas.
Escribo pues, a las mujeres que también han asumido el reto de acompañarles en su sufrimiento para hacer menos difícil su vida, aquellas que no se limitan en darles un abrazo, de estrechar sus manos y compartir la alegría de una vida llena, un corazón alegre y una esperanza de vida. Aquellas mujeres corazones de fuego que han asumido el reto de lograr una sonrisa en otros dejándose guiar por Dios hacia una amor vivo que tiene nombre y apellido. CoC.

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